viernes, 18 de diciembre de 2009

Hipatia

LA NOBLE VIDA Y EL TRAGICO FIN DE HIPATIA


En noviembre de 392, el emperador Teodosio I, para vengarse del apoyo prestado por las familias patricias romanas al usurpador Eugenio, promulgó un edicto de prohibición de los cultos paganos: Que nadie ose sacrificar una víctima inocente, como tampoco, por medio de un sacrilegio más discreto, adore a sus dioses lares con fuego, a su genio con vino puro y a sus penates con perfume, ni encienda lámparas, expanda incienso o cuelgue guirnaldas (Codex Theodosianus XVI 10,12). El cambio de actitud de Teodosio fue fulminante; todavía once años antes, había autorizado plegarias puras en los templos. (Codex Theodosianus XVI 10, 7).

Occidente había sido más tolerante que Oriente con los cultos ancestrales. La situación del paganismo era particularmente comprometida en Egipto, debido sobre todo a la intransigencia de los monjes, que tenían moralmente secuestrada a la jerarquía y creaban graves problemas de orden público a la administración civil. Desde finales del siglo IV hasta mediados del V el abad Chenute se dedicó a saquear y derribar templos paganos, yendo mucho más allá de lo autorizado por las leyes imperiales.
Desde el año 385 regía la sede de Alejandría Teófilo. Los historiadores no han sido amables con este personaje: Enemigo perpetuo de la paz y de la virtud, hombre audaz y malvado, cuyas manos se mancharon alternativamente de oro y de sangre . (Gibbon, Decline and Fall , I 103).
Alentado por los sucesivos decretos imperiales, Teófilo intensificó la campaña de destrucción de templos paganos en la misma ciudad de Alejandría. Los gentiles, todavía numerosos, ofrecieron resistencia, y al cabo los más irreductibles, encabezados por el filósofo Olimpios se refugiaron tras los imponentes muros del Serapeion, que no era solamente un templo, sino un centro de estudios de renombre universal. Teófilo hizo lanzar las tropas contra el edificio. Hubo una encarnizada refriega, con víctimas en ambos bandos. Al fin, el Serapeion sucumbió y Teófilo mandó arrasarlo por completo. Quedó en pie, incomprensiblemente, una columna, que fue visible largo tiempo en aquel barrio de la ciudad. Todo esto ocurrió en el año 391. (Sócrates, Historia eclesiática V 17; Sozomeno, Historia eclesiástica VII 15,9).

La mayoría de profesores y alumnos del Serapeion se dispersaron. Algunos, sin embargo, permanecieron en la ciudad, entre ellos el astrónomo y matemático Teón, que hacia 364 era uno de los profesores más apreciados de Alejandría. Teón había publicado un comentario del Almagesto y el manual de las tablas astronómicas de Tolomeo. Su hija Hipatia, nacida en torno a 370, cuidó de la edición del libro III de los comentarios del Almagesto (obra conservada) y publicó por su cuenta comentarios al álgebra de Diofanto y al libro de las Cònicas de Apolonio (obras no conservadas).
Hipatia era matemática, astrónoma y también filósofa. A principios del siglo V, con el acceso del emperador Teodosio II al trono del imperio de Oriente (408), Alejandría recuperó una cierta vida intelectual en la que los paganos seguían jugando un importante papel. Hipatia profesaba en una escuela subvencionada por la ciudad. Enseñaba filosofía a un público variado, compuesto de cristianos y paganos. Su orientación filosófica era platónica, pero no precisamente "neoplatónica"; la escuela de Plotino, floreciente en Siria y Atenas, no había hecho mella todavía en Egipto (véase Damascio, Vita Isidori , fragm. 102-105).

El historiador cristiano Sócrates describe a Hipatia como mujer afable y atractiva. Se casó con un profesional de la filosofía llamado Isidoro. Llevaba un régimen de vida sobrio e incluso ascético. Se contaba que un discípulo se enamoró de tanta profesora y que ésta, harta ya del asedio del pretendiente, le mostró una compresa higiénica usada, espetándole: "Mira, mozo, de lo que te has enamorado; nada bello". Esta anécdota refleja una actitud deliberadamente cínica en la actitud de Hipatia. La escuela cínica tenía todavía seguidores en la época, incluso cristianos, que gustaban de provocar a los "bien pensantes" (Sócrates, en o.cit. 7,15).
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Hipatia era un personaje insólito en su época, ya por el mero hecho de enseñar matemáticas y filosofía. Pero, además, no se recataba de desconcertar a la población vistiendo la túnica masculina y frecuentando lugares reservados a los hombres. Esta conducta contribuyó a granjearle muchos enemigos. Uno de los discípulos más célebres de Hipatia fue Sinesio de Cirene, que frecuentó su escuela entre 393 y 396, poco después de la destrucción del Serapeion, y cuando la profesora era todavía muy joven. Sinesio se convirtió más tarde al cristianismo y fue elegido obispo de Ptolemais en Cirene. Se conservan varias cartas suyas a Hipatia, de los años 404 al 407 (en Patrologia Graeca vol. 66, cols. 1321-1560, especialmente cartas 10, 16 y 154). En una de ellas la llama "maestra y madre".
Los prefectos imperiales, atentos a preservar la concordia pública, no dejaban de visitarla cuando tomaban posesión del cargo. Uno de ellos, Orestes, simpatizó abiertamente con la profesora. Se rumoreaba que incluso habían hecho carreras de caballos; porque Hipatia, además, cabalgaba.
En el año 412 accedió a la sede del patriarcado de Alejandría Cirilo, sobrino de Teófilo. Era un griego de la ciudad, educado en la escuela cristiana de Alejandría. En 403 había acompañado a su tío a Constantinopla para promover la deposición de Juan llamado Crisóstomo, un excelente pastor que se dio de bruces con la corrupción eclesiástica de si ciudad. Cirilo fue un aventajado discípulo del nefasto Teófilo, como los hechos iban a demostrar.
El prefecto Orestes, cristiano, estaba cargado de buenas intenciones, y no tardó en entrar en conflicto con el patriarca. Hubo un incidente en el teatro. Se representaba una pantomima, con actores de mucho éxito. Los espectadores aclamaban a sus preferidos, pero no con criterios artísticos, sino por espíritu de facción, y en este caso no de verdes contra azules, sino de cristianos contra judíos y viciversa. Para apaciguar los ánimos, el prefecto Orestes compareció en el teatro y convocó una asamblea ciudadana. El patriarca Cirilo envió al maestro de primeras letras Hierax, que dirigía también la cuadrilla que aplaudía los sermones del patriarca. Los judíos denunciaron a Hierax como provocador. El prefecto se dio cuenta de que Hierax había acudido como informador del patriarca, y lo hizo detener para someterlo a la quaestio . Cirilo, por su parte, convocó a los dirigentes de la comunidad judía y los amenazó con represalias.
El negocio se complicó. Los judíos organizaron partidas para apalear a los cristianos, e intentaron incluso incendiar la iglesia llamada de Alejandro. Los cristianos se defendieron y se levantó un sonado tumulto.
El patriarca, invadiendo claramente funciones civiles, reaccionó violentamente. Envió a sus esbirros a derribar las sinagogas, confiscó sus bienes y al fin hizo expulsar a los judíos de la ciudad. Orestes, irritado por las extralimitaciones del patriarca, lo denunció ante el emperador Teodosio II, el cual, ocupado en otros asuntos, hizo caso omiso de las quejas de su administrador.
Hubo otro incidente gravísimo. Una turba de monjes del desierto de Nitria, siempre dispuestos a la violencia, se toparon con el prefecto en las calles de Alejandría y comenzaron a insultarlo, tildándolo de pagano. Uno de los exaltados cenobitas le arrojó un canto; Orestes cayó con el rostro ensangrentado. La guardia del prefecto arrestó al agresor, que fue sometido a la quaestio y murió en los actos. Cirilo se apresuró a declarlo mártir, pero buena parte de la comunidad cristiana de Alejandría no lo secundó, pues estaban hartos de los excesos de los monjes "egipcios", es decir, no griegos.
Cirilo no cejó en su lucha contra el paganismo, y maquinó la pérdida de su principal representante, la matemática Hipatia. Un día de la cuaresma del año 415, la profesora regresaba a la ciudad por la Vía Canópica. Al pasar junto a la iglesia de San Miguel, en el barrio del antiguo Cesareion, una cuadrilla de fanáticos pertenecientes a una cofradía cristiana de marineros, la asaltaron, la arrastraron hasta los muros de la iglesia, la desnudaron y la mataron a golpes de teja. Luego la descuartizaron y recorrieron varias calles exhibiendo los miembros sanguinolentos de la pobre mujer. Al fin los quemaron. El cronista (Sócrates) ha conservado el nombre de cabecilla de los asesinos: el lector litúrgico Pedro.
La responsabilidad de Cirilo en el asesinato de Hipatia es sostenida por el filósofo pagano Damascio (en los fragmentos citados) y también por el historiador cristiano Sócrates (obra citada). Se desconoce la reacción de la adminstración imperial ante el crimen. Por otra parte, la enseñanza filosófica de Hipatia fue continuada en los círculos paganos de Alejandría hasta entrado el siglo VI. Justiniano, en el año 529, puso fin a las escuelas paganas dentro del imperio. Los últimos representantes del paganismo emigraron a Harran, en territorio persa. De Harran había salido Abraham dos mil años antes.

BIBLIOGRAFIA.
Excelente obra reciente de D. Frankfurter, Religion in Roman Egypt.. Assimilation and resistance , Princeton University Press, 1998.
F. Schaefer, "St. Cyril of Alexandria and the murder of Hypatia", en Catholic University Bulletin 8 (1902) 441-453; P. Chauvin, Chronique des derniers paiens , Paris, Les Belles Lettres, 1991, págs. 90-94; J.M. Rist, en Phoenix 19 (1965) 214 ss.